Marvin Minsky, considerado el "padre de la inteligencia artificial", recibió el Premio Fronteras del Conocimiento en Tecnologías de la Información y la Comunicación de la Fundación BBVA en su sexta edición, siendo anunciado en enero de 2014 y concedido por sus contribuciones pioneras en IA.
Era uno de los grandes sabios del mundo: el padre de la inteligencia
artificial y el científico que más ha estimulado la imaginación de
expertos y profanos sobre cómo será nuestro futuro. No en vano contribuyó
a crear
HAL, el ordenador de
2001. Una odisea del espacio.
Cuando fue reconocido con el premio Fronteras del Conocimiento, de la
Fundación BBVA, le hicimos esta entrevista en su peculiar casa de Boston.
“¿Heredarán los robots la Tierra? Sí, pero serán nuestros hijos”,
escribía Marvin Minsky en un revolucionario artículo científico
publicado en el año 1994. Nadie, salvo el padre de la inteligencia artificial,
se hubiera atrevido a concebir máquinas y ordenadores como parte de nuestra
descendencia, pero para Minsky (Nueva York, 1927) nunca fue una idea tan
descabellada. Al fin y al cabo fue él quien, junto con John McCarthy, fundó en
1959 el laboratorio de inteligencia artificial del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde ha sido profesor
desde entonces. Antes estudió
Matemáticas en Harvard, se doctoró en
Princeton
e inventó, entre otras muchas cosas, el primer
simulador de red neuronal
capaz de aprender.
Autor de varias obras de referencia, como
La sociedad de la mente
o La máquina de las emociones, Minsky ha dedicado su vida a
entender los misterios del pensamiento. Pero también a lograr que las máquinas
utilicen algo tan humano como el
sentido común. Minsky, de 86 años, acaba de ser reconocido con el premio Fronteras del
Conocimiento, de la Fundación BBVA, en el área de Tecnologías de la
Información. Antes de viajar a España para recoger el galardón, el científico
nos recibió en su casa de Boston. Sentado en un pequeño despacho desordenado y
rebosante de libros y artilugios indescifrables, charlamos con él sobre los
desafíos científicos y también filosóficos que plantea su apasionante trabajo
académico.
XLSemanal.
Isaac Asimov
dijo de usted que era una de las dos personas más inteligentes que conocía.
El otro era
Carl Sagan. ¿Se considera usted un genio?
Marvin Minsky. Isaac Asimov era vecino mío. Y aquello fue muy amable
por su parte, pero la verdad es que en la comunidad científica de la que yo
formé parte todo el mundo era un genio.
XL. ¿Conoce a muchas personas más inteligentes que usted?
M.M. A unas cuantas Por ejemplo,
Robert Oppenheimer.
Einstein
también era increíblemente inteligente. ¡Pero yo no le entendía nada! Su
acento alemán era demasiado fuerte. Una vez comimos juntos y me resultó
imposible entender lo que decía.
XL. ¿De qué se siente más orgulloso?
M.M. Me gusta mirar mi currículo y comprobar que, cada cierto tiempo,
fui capaz de inventar algo importante. Estudié en Harvard, luego en Princeton,
he dado clases en el MIT En 1960, solo había cuatro ordenadores digitales en
el mundo. Yo me convertí en profesor justo cuando las cosas empezaban a
cambiar. Eso me ayudó mucho. Siempre estuve entre dos aguas, entre la vieja
escuela y la nueva.
XL. ¿Se considera un científico o un filósofo?
M.M. Decimos que Platón o Aristóteles eran grandes científicos porque
en aquella época la distinción entre filosofía y ciencia no existía. Hoy en
día hay filósofos que saben mucho de matemáticas y otros que no tienen ni
idea. ¡Creo que el título de lo que eres depende, básicamente, de qué clase
estés impartiendo en la universidad! [Ríe].
XL. En los años sesenta parecía que la inteligencia artificial iba a
cambiar el mundo, pero la revolución no ha sido tan rápida como se
esperaba
M.M. Todo en la vida moderna, desde Internet hasta los sistemas que
ponen en marcha fábricas enteras, está controlado por un ordenador. ¡La
revolución ya ha ocurrido! Y no llevó tanto tiempo. ¿Qué son 30 o 40 años
frente a 3000? A partir de
Gauss, desde 1830, la ciencia, la física práctica y la ingeniería han cambiado el
mundo mucho más que en los anteriores 10,000 años. Lo que pasa es que no somos
conscientes de ello porque nadie vive tanto tiempo.
XL. Una máquina puede realizar complejísimas operaciones matemáticas, pero
la inteligencia artificial es incapaz de aplicar algo tan humano como el
sentido común. ¿Por qué?
M.M. Las matemáticas son muy sencillas y el sentido común, no; requiere
conocer millones de cosas. Por ejemplo, todas las palabras de un idioma. En
matemáticas, el lenguaje es mucho más reducido.
XL. Muchos se plantean si las máquinas serán capaces de sentir. Pero usted
sostiene que el verdadero misterio no son las
emociones, sino el pensamiento. ¿Por qué?
M.M. Es que las emociones no son demasiado complicadas, aunque están
relacionadas con una maquinaria muy compleja. Pero es difícil hablar de esas
cosas utilizando el lenguaje ordinario. La ciencia consiste en buscar nuevas
formas de describir cosas viejas.
XL. ¿Y qué hay de la
conciencia humana? ¿Por qué es tan misteriosa?
M.M. ¡La conciencia no es una sola cosa, son muchas! Si piensas en la
conciencia como una sola cosa, entonces parece un misterio irresoluble. Es
como pensar en un coche como una sola cosa. Parece complejísimo. Pero si
piensas en él como una suma de cilindros, engranajes, pistones y cien
elementos más, entonces no es tan complicado.
“Si no tengo una idea nueva cada día, me cabreo. Pero me gusta enfadarme.
Me obliga a pensar más”
XL. Sostiene que las máquinas serán tan inteligentes o más que el cerebro
humano. Esas teorías incomodan a mucha gente
M.M. Es genial que la gente se enfade, porque eso quiere decir que
pueden cambiar de opinión. Yo estoy enfadado todo el tiempo, pero me gusta. Me
obliga a pensar más. Si no tengo una idea nueva cada día, me cabreo.
XL. ¿La vanguardia de la ciencia siempre tiene que ser controvertida?
M.M. La mayoría de la gente no sabe nada sobre ciencia, así que no, no
es controvertida.
“Que los ordenadores tomen el control y nos convirtamos en sus mascotas
es una posibilidad. Y no la peor”
XL. Dice usted, con mucha sorna, que “un ético es alguien que ve algo malo
en cualquier cosa que te pase por la cabeza”. ¿No cree que la ciencia deba
tener límites?
M.M. ¡Lo que yo creo es que todo el mundo debería ser científico! En
ciencia, para apoyar cualquier cosa en la que crees, buscas evidencias. Y si
esas evidencias son endebles, buscas alternativas. En otros campos, sin
embargo, la fuerza sustituye a la razón.
XL.
Stephen Hawking
ha alertado de que “la inteligencia artificial podría ser el peor error de
la historia“, que podría significar el fin de la especie humana. ¿Qué
opina?
M.M. No creo que Stephen Hawking haya dicho eso, pero no lo sé. Desde
mi punto de vista, quemar carbón es el peor error de la historia de la
humanidad.
XL. Una frase suya. “Cuando los ordenadores tomen el control, puede que no
lo recuperemos nunca. Si tenemos suerte, quizá decidan tenernos como
mascotas”. ¡Pues vaya panorama!
M.M. Esa solo es una posibilidad. Y no la peor
“El futuro tiene mala pinta. La gente sufrirá y la mayoría morirá por el
calentamiento global”
XL. ¿Por qué es tan pesimista sobre el futuro de la humanidad?
M.M. Creo que las cosas a pequeña escala funcionan relativamente bien,
pero somos muy lentos resolviendo los grandes problemas. Por ejemplo, el
dióxido de carbono. Es un problema que el mundo no está entendiendo.
XL. Aproveche para explicarlo
M.M. Creo que cuando se quiera poner remedio al calentamiento global
será tarde. Por eso, el futuro tiene mala pinta. la gente sufrirá, la
industria tendrá que parar y la mayoría de la población morirá. Primero
tenemos que salvar la Tierra en los próximos cien años. Luego habrá que pensar
qué hacemos para salvar a la humanidad. La teoría actual es que la Tierra se
enfriará dentro de 3000 o 4000 millones de años y el Sol explotará. La
estrella más cercana está a varios años luz de distancia y, hoy por hoy, no
sabemos cómo llegar hasta allí.
XL. ¿Le estimula pensar en el universo?
M.M. No, no hay nada en lo que pensar. Es un callejón sin salida.
Hacerse preguntas sobre cómo empezó todo o qué había antes del
Big Bang
es inútil: no hay respuesta. No hay forma de probar esas teorías.
XL. ¿Y en qué le gusta pensar?
M.M. Bueno, con las presentes teorías podemos tratar de predecir lo que
va a ocurrir. Pero no sirve de nada preguntarse por qué son así las cosas.
Mirar hacia delante es todo lo que podemos hacer.
XL. ¿También piensa en la muerte? ¿Cree que algún día seremos capaces de
alcanzar la inmortalidad?
M.M. Sí, haremos copias de nuestros cerebros. Puede que los creemos en
un laboratorio o que, simplemente, descarguemos su contenido en un ordenador.
XL. ¿La ciencia y la fe pueden convivir?
M.M. No.
XL. Es usted muy rotundo. Otros científicos son menos taxativos…
M.M. Yo no conozco a ninguno que no lo sea. Los científicos que dicen
lo contrario mienten.
“Einstein es una de las personas más inteligente que he conocido. ¡Pero
no lo entendía por su acento alemán!”
XL. ¿Qué tipo de niño fue usted?
M.M. Crecí en una casa llena de libros. Aprendí cálculo leyendo un
libro en francés. ¡Y yo no sabía francés!
XL. ¿Y cómo empezó a interesarse por la ciencia?
M.M. Fui un niño con suerte. Mis padres me enviaron a una escuela en
Nueva York donde tuve unos profesores extraordinarios. En plena Segunda Guerra
Mundial, muchos científicos prominentes, la mayoría judíos, habían escapado de
Europa y enseñaban en colegios porque no había sitio para ellos en las
universidades. Robert Oppenheimer, que luego presidiría junto con
Einstein y otros científicos el Instituto de Estudios Avanzados, fue
profesor mío en tercer grado. ¡Imagínate qué suerte!
XL. Siempre ha leído ciencia ficción…
M.M. Empecé cuando era un niño, cuando descubrí a autores como
H. G. Wells
y
Aldous Huxley.
XL. ¿Encontró en esas novelas la inspiración para su trabajo científico?
M.M. Sí, porque algunos escritores de ciencia ficción sabían mucho de
ciencia y planteaban problemas serios. No es como el resto de la literatura.
La mayoría de las novelas las protagonizan personas mundanas y sus problemas
son mundanos. Eso no es importante y no me interesa.
XL. También trabajó como asesor de
Stanley Kubrick
durante el rodaje de ‘2001. Una odisea del espacio’. ¿Cómo recuerda aquella
experiencia?
M.M. Apasionante. Kubrick nunca me contó de qué iba la película, pero
me enseñó los escenarios y me pidió mi opinión. Yo le hacía algunas
observaciones y, al día siguiente, ¡lo había cambiado todo!
XL. ¿Por ejemplo?
M.M. Al principio, HAL era un ordenador más extravagante, lleno de
colores. Yo le sugerí que fuera más sencillo, con muchas pequeñas cajas
negras. Y me hizo caso. Pero Kubrick nunca me contó qué sabía hacer HAL.
Un hombre con sentido común
La gran obsesión de Minsky es enseñarle a un ordenador a utilizar el
conocimiento que el ser humano adquiere a través de la experiencia. El sentido
común es conocer 30 o 50 millones de cosas y que estas sean representadas de
tal forma que puedas hacer analogías con otros acontecimientos. Estas cosas se
almacenan según su utilidad o los recuerdos que evocan.
Por ejemplo, yo puedo ver una maleta como algo en lo que subirme para
cambiar una bombilla en vez de algo en lo que llevar ropa, explica Minsky. Su afición es componer música. “Pero solo compongo al
contrapunto
(combinar dos o más melodías armónicamente). La música ordinaria es aburrida”.
ENLACE:
Biografía de Marvin Minsky, en Wikipedia
ENLACE:
La máquina de las emociones, libro de Marvin Minsky, versión PDF
¿QUÉ ES LA MÁQUINA DE LAS EMOCIONES?
La "máquina de las emociones" puede referirse al cerebro humano, donde el
sistema límbico regula las emociones, o a los robots emocionales/robots
afectivos, que son máquinas con inteligencia artificial capaces de
reconocer, interpretar y responder a las emociones humanas utilizando
sensores y algoritmos de aprendizaje automático. También puede ser una
referencia conceptual usada en libros y debates sobre la inteligencia
artificial, explorando la posibilidad de reproducir y entender las emociones
de forma artificial.
El cerebro como "máquina de las emociones"
Esta parte del cerebro es la principal responsable de gestionar las
emociones, la motivación, el aprendizaje y la memoria.
El cerebro genera las emociones básicas y la motivación para nuestras
acciones, controlando funciones vitales como el latido del corazón.
Robots emocionales
• Reconocimiento y
respuesta:
Estas máquinas usan cámaras, micrófonos y otros sensores para detectar
emociones a través de expresiones faciales, tonos de voz y gestos.
• Inteligencia
artificial:
Algoritmos de inteligencia artificial y machine learning les permiten
interpretar estas emociones y ajustar su comportamiento para interactuar de
manera más empática.
• Aplicaciones:
Tienen potencial en campos como la atención al cliente y la logística, donde
pueden ofrecer asistencia personalizada y monitorear el bienestar de las
personas.
Uso conceptual y científico
Este término se refiere a la aplicación de técnicas de IA para analizar el
estado emocional de las personas.
• Investigación:
Se desarrollan dispositivos y sistemas, como interfaces faciales integradas
en la piel, para el análisis en tiempo real de las emociones humanas.
• Libros y filosofía:
El término también aparece en libros que exploran la naturaleza de la mente
y la posibilidad de replicar la inteligencia y las emociones en máquinas,
como el libro de Marvin Minsky.
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