Por FARHAD MANJOO
Wall Street Journal
Evan Spiegel, fundador y presidente ejecutivo de Snapchat, cuya aplicación es muy popular entre los adolescentes
Creo que los niños no son nuestro futuro. Hay que enseñarles bien, pero cuando se trata de determinar la próxima gran tendencia en tecnología, no caigamos víctimas de la idea ridícula de que marcan el camino.
Sí, hablo de Snapchat.
La semana pasada, mis colegas reportaron que Facebook ofreció hace poco US$3.000 millones para comprar la empresa detrás de la muy popular aplicación de mensajería. De manera sorprendente, Evan Spiegel, cofundador y presidente ejecutivo de 23 años de Snapchat, rechazó la oferta.
Si nunca usó Snapchat, hay algunas cosas que debería saber sobre la aplicación.
En primer lugar, el principal punto de venta de Snapchat es que es efímero. Cuando envío una foto y un epígrafe con la aplicación, puedo elegir cuánto tiempo quiero que se pueda ver la imagen. Luego de que el destinatario la mira durante el tiempo especificado —de 1 a 10 segundos— la foto y todos los rastros de nuestro chat desaparecen del teléfono. (O, al menos, así se supone que es. Las medidas de seguridad de Snapchat han sido vulneradas con frecuencia.)
En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, Snapchat es usado principalmente por adolescentes y estudiantes universitarios. Esto explica gran parte de la obsesión de Silicon Valley con la empresa.
La aplicación no genera dinero —sus ejecutivos apenas mencionaron algún deseo de ganar dinero— pero en la industria de la tecnología sustentada por avisos, la juventud es lo mejor después de los ingresos. Para los ejecutivos del sector, los jóvenes son pepitas en la mina de oro.
Esa lógica sigue una creencia cultural ampliamente compartida: todos tendemos a pensar que los jóvenes están en la vanguardia tecnológica, que de alguna forma tienen una primicia sobre lo que viene. Si los chicos de hoy usan Snapchat en lugar de Facebook, según esta lógica, mañana todos estaremos usando Snapchat también, porque los hábitos tecnológicos, como los cortes de cabello, fluyen en una dirección: de los jóvenes a los viejos.
Hay sólo un problema con elevar de esta forma los gustos de los jóvenes: los chicos suelen equivocarse. Hay poca evidencia que sustente la idea de que los jóvenes tienen mayor perspicacia sobre el futuro que el resto de nosotros. A veces son los primeros en volcarse a tecnologías que resultan ser muy exitosas; otras, los jóvenes eligen productos y servicios que no van a ningún lado. Incluso pueden adoptarlos tarde, al incorporar innovaciones que los mayores entendieron primero.
¿Cuántos productos y servicios que usa todos los días fueron creados o usados primero principalmente por personas de menos de 25 años?
Se me vienen varios a la mente. Facebook es el mayor. Sin embargo, la gran mayoría de nuestros productos más usados inicialmente no fueron populares entre los adolescentes. El iPhone, el iPad, el iPod, el motor de búsquedas de Google, YouTube, Twitter, Gmail, Google Maps, Pinterest, LinkedIn, el Kindle, blogs y la computadora personal son ejemplos de productos que inicialmente no apuntaron a jóvenes de secundaria o la universidad ni fueron usados por ellos. De hecho, muchos de los productos y servicios tecnológicos más populares cargaron con la desventaja de poseer factores que desalentaban a los jóvenes, como precios altos, un énfasis en productividad y ser poco divertidos. Sin embargo, tuvieron éxito.
Hasta las excepciones sugieren que deberíamos ser cautos antes de apuntar a los jóvenes. Es verdad que en 2004 Mark Zuckerberg diseñó Facebook para sus compañeros de Harvard, y al principio la red social estaba disponible sólo para estudiantes universitarios. En ese momento, sin embargo, Facebook parecía mucho más "adulta" que sus competidores. El sitio impedía que los usuarios volvieran fea su página al agregar elementos de diseño propios, algo que se podía hacer en Myspace, que era la red social reinante entre los chicos.
Zuckerberg evitó de forma deliberada apuntar a este grupo. Solía decirles a sus cofundadores que quería que Facebook fuera útil, no moderna. Esto hace que sea tan extraño el temor persistente sobre el caché supuestamente a la baja entre los adolescentes; Facebook nunca fue realmente "cool", pero tampoco lo son muchas otras empresas que valen miles de millones de dólares. Pregúntele a Myspace cuán lejos se puede llegar siendo "cool".
Si lo piensa un segundo, el hecho de que los jóvenes no sean pronosticadores especialmente confiables de tendencias tecnológicas no debería ser una sorpresa. Sin dudas, la juventud se asocia con flexibilidad cultural, una predisposición para probar cosas nuevas que no necesariamente está presente entre personas más grandes. Pero hay otras características menos saludables de la juventud, como los caprichos, la inmadurez, una deferencia a la presión de sus pares incluso a costa del sentido común.
Eso nos vuelve a llevar a Snapchat. ¿Es una moda pasajera juvenil o algo más permanente?
Para averiguarlo, necesitaríamos saber cómo la están usando los chicos. ¿Lo hacen por motivos que les podrían interesar a personas mayores, porque, como el resto de nosotros, se cansaron de la cultura de compartir en público que promueven Facebook y Twitter? ¿O la usan por motivos menos universales, porque quieren evitar que sus padres se inmiscuyan, enviar fotos subidas de tono, o evitar quedarse al margen de una moda que todos adoptaron?
Hasta el momento, nadie lo sabe, probablemente ni siquiera la gente que hace Snapchat. Por ahora, eso es motivo suficiente para ser cauto ante el vigor juvenil de Snapchat.
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