por Isaac Asimov
Francia se hallaba en medio de un torbellino. La Revolución, que había
comenzado en 1789 con la toma de la Bastilla, crecía en violencia. El «reinado
del Terror» comenzó en 1792. Los extremistas descargaban su venganza sobre
quienes habían participado en las injusticias cometidas durante la época de
los reyes.
Estaba, por ejemplo, la Ferme genérale, una corporación privada que se
había ocupado de cobrar para el gobierno los impuestos sobre la sal, el tabaco
y otras mercancías, pasando luego a aquél una suma fija. Cualquier excedente
sobre esa cantidad se la embolsaba la corporación. La mayoría de los
recaudadores —no hace falta decirlo— exigían hasta el último céntimo, y como
es natural, los campesinos, trabajadores y las clases medias los odiaban.




















