¿QUIÉN ES DUEÑO DE LA NUBE?
Por DAVID SIROTA
Google alega que los usuarios conservan los derechos de propiedad intelectual, pero los términos de servicio describen una historia más compleja
Cuando usted escucha la frase "derechos de propiedad", probablemente piense en agricultores luchando con los reguladores del medio ambiente o propietarios de viviendas discutiendo con los perforadores de petróleo. Pero en la Era de la Información, usted debe también pensar en su computadora, y preguntarse, ¿cuánto de lo que poseo es realmente mío? No es esta una reflexión de una clase de introducción al existencialismo: es una pregunta cada vez más acuciante en el nuevo mundo de las redes sociales y la computación en nube.
El anuncio de la gran tecnología la semana pasada trajo a primera plana el espinoso tema. Como informó Los Angeles Times, el anuncio de "Google Drive" estuvo acompañado por la promesa de parte de Google de que los usuarios "conservan los derechos de propiedad intelectual que tenga en ese contenido". Sin embargo, al guardar los archivos en la carpeta del disco duro en la nube de Google, los términos de servicio que usted está obligado a aceptar le da a Google, “una licencia mundial para utilizar, presentar, almacenar, reproducir, modificar, crear trabajos derivados, comunicar, publicar, ejecutar públicamente, mostrar públicamente y distribuir (su) contenido" como la empresa estime conveniente.
Cuando se le preguntó acerca de esto, Google argumentó que estas disposiciones simplemente "nos permitirán darle los servicios que usted desea. Así, si usted decide compartir un documento con alguien, o abrirlo en un dispositivo diferente, puede hacerlo". Tan tranquilizador como parece, sin embargo, no es tan sencillo cuando se considera en un contexto más amplio.
En los últimos años, las principales compañías de tecnología se han convertido en parte integral de la comunicación interpersonal y el manejo de información. Al mismo tiempo, muchas de estas empresas han ajustado los acuerdos de usuario exactamente de la manera en que Google ha hecho, ayudando a la industria a posicionarse legalmente para una apropiación en masa de la propiedad intelectual. Eso significa que sea que usted esté usando un sitio para compartir fotos o una cuenta de correo electrónico basado en la Web, es posible que haya firmado para dejar que una de estas empresas haga lo que quiera con sus datos. Como prueba de esa realidad, Facebook en el 2009 permitió a los anunciantes utilizar fotos para comercializar productos sin la aprobación explícita de sus usuarios.
Esta utilización en sí misma puede que no lo ofenda, pero recuerde, que eso es solo lo que usted puede ver. De hecho, nadie tiene total comprensión de cómo las compañías de tecnología están utilizando estas disposiciones en sus tratos secretos de negocio a negocio. Si ya están utilizando sus fotos, ¿qué otra cosa podrían estar haciendo detrás de sus “murallas de fuego”? ¿Están vendiendo sus datos? ¿Están minando los archivos de nubes en busca de apropiarse de forma preventiva de las próximas grandes innovaciones? Nadie lo sabe... bueno, excepto las mismas empresas de alta tecnología.
Es fácil hacer caso omiso de esas preocupaciones creyendo que el contorno de una operación de minería de datos en masa sería excesivamente grande. Pero eso no es cierto. Con el gobierno minando datos de millones de registros telefónicos de los estadounidenses en nombre de la lucha contra el terrorismo, es perfectamente razonable creer que las empresas multimillonarias pueden hacer lo mismo.
Por supuesto, las empresas que prestan estos servicios afirman que la propiedad intelectual es una moneda sustituta del dinero en efectivo. Como dice la lógica, a pesar de que crear y mantener los servicios en línea cuesta dinero, usted, el usuario, no tiene que pagar en efectivo por ellos porque ya está pagando con la información que comparte sobre sí mismo, que las empresas de tecnología entonces utilizan con beneficios económicos.
Eso en principio puede parecer como un buen negocio. Pero en medio de la búsqueda cada vez más intensa de ganancia de las empresas, el proceso de monetización abre la posibilidad de graves travesuras. Y aquí está lo peor: si una empresa en última instancia roba invenciones o secretos comerciales, o cualquier otra cosa de los usuarios, cuando estos lo descubran sería demasiado tarde. Debido a que decimos estar “de acuerdo” tan rápido, cuando originalmente abrimos nuestras cuentas, habremos renunciado a cualquier reclamo de lo que creemos ser nuestro y solo nuestro.
www.davidsirota.com
Traducido por Servicios Metransol (Metransol@yahoo.com)
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