Vivimos en un mundo interconectado, que avanza a pasos de gigante en cuanto a lo que a tecnología se refiere, y lo peor (o mejor) es que apenas somos conscientes de ello.
Quienes pasan la treintena todavía recordarán cuando los móviles no existían. Solíamos estar incomunicados todo el tiempo; excepto los que tenían “un busca” (mensáfono o buscapersonas), aparato que hoy en día ha sido fulminado incluso de nuestras mentes, como si nunca hubiera existido. Quedábamos con un amigo “en tal sitio a tal hora” y si ocurría algún incidente podías estar horas esperando. Para entender mejor estos pequeños grandes cambios, un ejemplo más actual: Whatsapp y el 3G, una combinación demoledora. Seguro que todos recordamos el primer día que salimos a la calle, solos, mientras chateábamos con dos o tres personas sin coste adicional alguno (¿alguien sigue mandando SMS?). Hoy es algo tan común que lo raro es lo contrario: ya no podemos vivir sin estas comodidades. Cuando viajamos a otro país nos convertimos en zombis que en lugar de cerebros buscan desesperadamente Wi-fis libres (por cierto, con esta práctica hay que tener mucho cuidado, ya que los hackers usan esto para hacerse con el control de nuestros dispositivos). Las tecnologías han llegado para quedarse; cada día que pasa se potencian y somos más esclavos de ellas. Por ello, seamos conscientes y consecuentes en su uso. Aquí van unos consejos:
1- Conocer nuestras necesidades, ¿qué buscamos?
Ante todo debemos saber qué necesitamos y qué no. La publicidad en este sentido cumple muy bien su cometido y nos presenta cada día nuevos productos, aparentemente revolucionarios, distintos al resto, que nos harán la vida mucho más fácil. ¿Es esto cierto? Depende. Volviendo al tema de los teléfonos móviles. Cada día salen nuevos dispositivos, con nuevas características, cámaras fotográficas mejores, mayor resolución de pantalla y más potencia para acceder más rápidamente a todas las aplicaciones (nos da rabia esperar en este mundo de inercia constante). Evidentemente, si pasamos de un Nokia 3310 a un Samsung Galaxy S4, el cambio va a suponer toda una experiencia y probablemente sí nos hará una vida más fácil. Por contra, pasar de un S3 a un S4 difícilmente nos aportará algo. Son dos ejemplos extremos, pero la dinámica es esa. Si nuestras necesidades están ya cubiertas, ¿vale la pena pagar, en este caso bastante dinero, por algo un poquito mejor? Generalmente no.
2- Informarnos: no siempre lo más caro es lo mejor.
La información es la llave de todas las puertas. Como ya hemos dicho, la tecnología avanza sin tregua alguna, y por ello si no estamos muy pendientes de estos temas es normal que nos quedemos desfasados en cuanto al conocimiento de todos estos adelantos.
Una vez tenemos clara nuestra necesidad, el siguiente paso es informarnos de las diferentes opciones, su relación calidad-precio y de qué manera se adaptan a nuestras necesidades específicas. Por poner un ejemplo, si queremos un ordenador para jugar vamos a necesitar potencia y una buena tarjeta gráfica. En cambio si lo usamos para trabajar con Office, estar informados y ver alguna película de vez en cuando, nos bastará con un equipo más modesto.
Otro mito que debemos romper es el de las marcas. Es cierto que ciertas marcas de renombre pueden darnos ciertos servicios, como la atención post-venta, que pueden hacer válido el desembolso, pero en cuanto a calidad del producto no siempre la relación es correcta. Existen muchas marcas que no disponen de grandes campañas publicitarias, pero son muy reconocidas a nivel cualitativo. Por tanto la recomendación es abrir la mente a conocer estas opciones más “humildes”.
3- Sacar provecho a lo que ya tenemos.
En este punto no es necesario extenderse demasiado, ya que es de sentido común. Como ya hemos comentado, la tecnología cambia cada día, pero eso no quiere decir que la que ya tenemos quede desfasada. Debemos conocer nuestras necesidades, y si éstas están cubiertas, ¿qué necesidad hay de actualizar nuestro hardware? Además, muchos dispositivos pueden actualizar el firmware (el sistema operativo) y adquirir nuevas funciones. Un ejemplo es el IOS7 de Apple, que instalado en un Iphone 4 ofrece nuevas funciones y un aire renovado que puede matarnos el gusanillo consumista para que podamos seguir con nuestro dispositivo varios años más.
4- Evitar la obsolescencia programada.
Por fin llegamos al punto fuerte. La obsolescencia programada, ese gran desconocido que nos hace la vida un poquito más difícil (o al menos más cara). ¿Pero en qué consiste este fenómeno? Básicamente consiste en programar de forma premeditada el fin de la vida útil de un bien de consumo. Esto lo lleva a cabo la propia empresa fabricante y con ello se consigue aumentar las ventas, ya que “obligan” al consumidor a renovar sus adquisiciones cada cierto tiempo. Este hecho que puede resultar incluso contrario a toda lógica racional, sí encaja muy bien en la dinámica de una economía consumistas. Además cabe señalar que no solo se da en dispositivos electrónicos.
Veamos algunos ejemplos:
* Las medias de nailon Dupont: Esta firma francesa creó en 1939 unas medias tan resistentes que las mujeres no compraban más. Por ello se encargó a los ingenieros que encontraran un material más débil para que pudieran romperse con facilidad.
* Bombillas: En una estación de bomberos de Livermore (California), hay una bombilla que lleva encendida desde 1901, más de cien años. Volvemos a lo mismo, los ingenieros buscaron la forma de hacer que los filamentos de la bombilla se rompiesen con mayor facilidad.
* Impresoras: Aquí ha llegado a rozarse lo obsceno. Dejando a un lado el hecho de que en muchos casos la tinta sea más cara que la propia impresora, algunas marcas han considerado oportuno introducir un chip en sus modelos para contar las impresiones realizadas. Al alcanzar un número específico la impresora se bloquea y deja de funcionar. Los informáticos se han saltado esta restricción de una forma muy sencilla: resetear el chip.
* Apple y la obsolescencia programada por software: Apple tiene por costumbre lanzar de forma periódica actualizaciones, generalmente una al año. Esto suele ser positivo porque añade nuevas funciones a nuestros dispositivos. No obstante, según el modelo que poseas, dichas actualizaciones se ofrecen con algunas de estas ventajas capadas. Por tanto, si posees un iphone demasiado antiguo carecerás de algunas funciones, o incluso de la actualización en sí (como es el caso de IOS7 y todos los iphone anteriores al 4). Con ello, llegará un momento en que, a pesar de disponer de un móvil potente capaz de hacer funcionar sin problemas todas las aplicaciones, no estarán accesibles por decisión de la empresa. Con esto se consigue que las personas que quieran disponer de todas las capacidades de este dispositivo tengan que comprarse la última versión de éstos. A nivel de hardware también podemos ver cómo el botón multifunción (el único que tiene el dispositivo) suele fallar al cabo de pocos años, incluso meses.
Dicho esto, ¿puede el consumidor evitar la obsolescencia programada? Es difícil, en algunos casos sí y en otros no. Pero como consumidores, al menos se ha de ser consciente de la existencia de este fenómeno y tratar de no caer en la trampa en la medida de lo posible.
5- Finalmente preguntarnos: ¿realmente lo necesito?
Al hacernos esta pregunta debemos ser totalmente sinceros con nosotros mismos. Si realizamos este ejercicio de humildad, nos daremos cuenta de que muchas veces nos dejamos llevar por la atracción que nos supone la novedad. En conclusión, publicidad y consumo son necesarios, por supuesto, pero debemos ser ciudadanos con criterio y hacer un uso responsable.
Artículo publicado en tercerainformacion.es
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