Por Somini Sengupta
El alboroto (ahora demanda) sobre si Instagram usaría sus fotografías para hacer dinero ha atraído nueva atención a una batalla sin resolver de la era de la Web: ¿Quién es dueño de su material en línea?
En una entrada de blog en el sitio de la compañía la semana pasada, el co-fundador de Instagram, Kevin Systrom, trató de tranquilizar a los usuarios diciendo que su "contenido", en la jerga de Internet, les pertenece. Citó las “Condiciones de Servicio” de la compañía las cuales expresan que "Instagram no reclama ningún derecho de propiedad sobre el texto, archivos, imágenes, fotos, videos, sonidos, obras musicales, autoría de obras, aplicaciones o cualquier otro material (colectivamente, "Contenido") que usted publica en/ o a través de los Servicios de Instagram".
Añadió, en términos más claros: "No somos dueños de sus fotos: ustedes son". Fue una jugada táctica inteligente. Tendemos a mantener propiedad sobre las imágenes que tomamos y compartimos con amigos.
Fue también, como dijo el profesor de derecho Eric Goldman, parte de una serie de políticas de empresas que pueden ser "taquigrafía engañosa". Podemos ser dueños de nuestros datos, pero no siempre podemos controlar lo que les suceda. Hay demasiadas cláusulas complicadas, a veces impenetrables en las Condiciones de Servicio de las empresas. Tomemos, por ejemplo, Facebook, la empresa matriz de Instagram. A sus usuarios también se les dice que son propietarios de sus datos, pero sus preferencias por ciertos productos - sus "me gusta" - pueden ser utilizadas en el servicio de un tipo de publicidad conocida como Historias Patrocinadas.
"Desafortunadamente", dice el Sr. Goldman, "el público no especializado suele malinterpretar estas disposiciones contractuales complejas y matizadas, lo que resulta en histerismo ("ellos me ‘poseen’") o lugares comunes ("dice aquí, en las ‘Condiciones de Servicio’ que los usuarios son dueños de sus propios datos"), ninguno de los cuales tiene toda la razón".
Instagram es un servicio gratuito, y el modelo de negocio de los servicios web gratuitos se basa precisamente en el aprovechamiento de los datos del usuario, incluyendo el "contenido" que los usuarios producen. Facebook gana dinero al permitir que los anunciantes de marketing directo envíen mensajes a clientes potenciales, en base a lo que revelan sobre sí mismos y quiénes son sus amigos. Y aunque Facebook también dice que no "posee" nada de ello, los datos personales son el activo más valioso de la empresa. La publicidad es su fuente principal de dinero.
Instagram también tendrá que caminar ese sendero. Este también tendrá que entrar en el negocio de la publicidad en algún momento. Como aclaró el Sr. Systrom a sus usuarios: "Vamos a tomar el tiempo para completar nuestros planes, y luego volveremos a nuestros usuarios y les explicaremos cómo nos gustaría que nuestro negocio de publicidad trabaje".
La entrada del blog se produjo en respuesta a un escándalo inusual entre usuarios sobre la propuesta del Sr. Systrom de que Instagram compartiera los datos de los usuarios con su empresa matriz, Facebook; el motín obligó a Instagram a dar marcha atrás en el cambio propuesto. Una demanda colectiva fue presentada en un tribunal federal en San Francisco, incluso antes de que las nuevas condiciones de servicio fueran a entrar en vigor.
Instagram no es la primera compañía que tiene que lidiar con el dilema de los datos de los usuarios. Twitter trató este año de convencer a un juez federal de Nueva York que sus usuarios tienen una expectativa razonable de privacidad sobre sus propios mensajes. El juez no estuvo de acuerdo; publicar una misiva de 140 caracteres en Twitter, sentenció, es semejante a gritar por la ventana.
Del mismo modo, los fiscales federales han argumentado ante el tribunal que los propietarios de teléfonos móviles no tienen una expectativa razonable de privacidad en los datos de ubicación capturados por sus teléfonos móviles porque, afirman, los datos no pertenecen al dueño del teléfono celular, sino a las empresas de telecomunicaciones que proveen el servicio.
Tomado de Bits del New York Times; traducido por Isaías Medina de Metransol Services (metransol@yahoo.com)
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