Cada vez que oímos en las noticias acerca de un gran terremoto, siempre se menciona su clasificación en la escala de Richter. Es posible que también se haga referencia a la escala de Mercalli, aunque no con tanta frecuencia. Estas dos clasificaciones describen la potencia del terremoto a partir de dos perspectivas diferentes.
La escala de Richter se utiliza para calificar la magnitud del terremoto, la cantidad de energía que libera. Esta se calcula utilizando la información reunida por un sismógrafo, o aparato que registra las ondas sísmicas.
Los sismólogos estadounidenses, Beno Gutenberg (1889 - 1960) y Charles F. Richter (1900 - 1985), del Instituto de Tecnología de California, CALTECH, introdujeron la escala Richter, en 1935. Aunque esta teóricamente no tiene un límite superior, los terremotos más graves generalmente no superan el valor 9.
La escala de Richter es logarítmica, lo que significa que cada incremento de una unidad en magnitud representa un aumento de un factor de 10 en la amplitud medida. Es decir, la amplitud de la onda en un terremoto de nivel 6 es 10 veces mayor que en un terremoto de nivel 5, y la amplitud aumenta 100 veces entre un terremoto de nivel 7 y uno de nivel 9. La cantidad de energía liberada aumenta por un factor de 31.7 en cada incremento de un número entero.
El mayor terremoto registrado desde que se utiliza el sistema Richter ha sido de 9.5; no dudamos que haya habido terremotos más fuertes en la historia de la tierra. La mayoría de los terremotos registran menos de 3 en la escala de Richter. Estos temblores, que no suelen ser sentidos por los seres humanos, se llaman micro terremotos. En general, terremotos con registros por debajo de 4, causan poco daño. Un terremoto dañino registra 7 o más.
Las clasificaciones de Richter solo dan una idea aproximada de la incidencia real de un terremoto. El poder de destrucción de un terremoto varía dependiendo de la composición del terreno en un área determinada y el diseño y colocación de estructuras hechas por el hombre.
La extensión del daño se clasifica en la escala de Mercalli, que se expresa en números romanos, y se basa en gran medida en interpretaciones subjetivas. Un terremoto de baja intensidad, en la que sólo algunas personas sienten la vibración y no hay daños materiales significativos, está clasificado como II. La calificación más alta, un XII, se aplica sólo a los terremotos en los que las estructuras son destruidas, el suelo se agrieta y otros desastres naturales, tales como corrimientos de tierras o tsunamis, son iniciados.
Poco después que ocurre un terremoto, una vez que los científicos han podido comparar los datos de diferentes estaciones sismográficas, se establecen las clasificaciones de Richter. Las clasificaciones de Mercalli, en cambio, no se pueden determinar hasta que los investigadores hayan tenido tiempo de hablar con los testigos para averiguar lo que ocurrió durante el terremoto. Una vez que tienen una buena idea de la extensión de los daños, se utilizan los parámetros de Mercalli para decidir la clasificación adecuada.
Información compilada y organizada por Isaías Ferreira.
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