Por Isaías Ferreira Medina
El comportamiento de la naturaleza es analógico: la intensidad (amplitud) de los fenómenos que en ella se producen cambian continuamente en un intervalo determinado de tiempo. La presión atmosférica y la temperatura, por ejemplo, están cambiando continuamente de un valor a otro y en el ínterin registran millones de valores, con mayor o menor intensidad. Otro ejemplo de señal analógica es la que envía nuestra voz.
Las señales analógicas son, por ende, señales eléctricas de variación continua en intensidad o amplitud en el tiempo, como se puede apreciar en la figura. Hasta hace un tiempo, la forma dominante de transmisión de señales de radio y televisión ha sido analógica. La gran desventaja de ese tipo de transmisión es que el ambiente genera también señales del tipo analógico, conocidas como ruido, que generalmente interfieren con las que acarrean información y crean complicaciones resultando en una señal de menor calidad.
Por otro lado, las señales digitales adquieren uno de dos valores en un intervalo determinado de tiempo, como se puede apreciar en la figura. Su comportamiento se puede equiparar al de un interruptor (o switch) que tiene uno de dos estados: encendido o apagado (on, off). Las ventajas de este tipo de transmisión es, primero, su inmunidad a las interferencias ya que al digitalizar una señal se elimina el “ruido” producido por el medio ambiente, produciendo una señal más pura y de mayor resolución (si se cumplen otros requisitos que no son importantes en este momento); y, segundo, que puede codificarse usando el sistema binario que se basa en los dígitos 1 (encendido) y 0 (apagado). Ese tipo de código se presta al almacenamiento; o sea, se puede guardar en memorias de las utilizadas en cámaras digitales y discos duros de computadoras, lo cual no es posible con las señales analógicas.
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