lunes, 9 de enero de 2023

TENEMOS QUE PARAR DE DESPERDICIAR NUESTRO BREVE TIEMPO EN LA TIERRA

Por David Suzuki

El planeta y su naturaleza milagrosa continuará con o sin nosotros. Después de todo, la extinción es una parte esencial de la historia de la vida en el planeta, y nosotros, los humanos, parecemos estar decididos a alimentar nuestra propia desaparición a través de la explotación y destrucción insostenibles del mundo natural que hace posible la vida humana y su florecimiento.

En los 3,900 millones de años que creemos que ha existido la vida en la Tierra, se han producido cambios inmensos. El sol es 30 por ciento más cálido hoy, grandes placas continentales se han separado y vuelto a empalmar, se han levantado montañas, los océanos se llenaron y luego se vaciaron. Los polos magnéticos se han invertido y luego volvieron al estado anterior. Las edades de hielo han marcado períodos cálidos.

Después de que la vida inventara la fotosíntesis, la atmósfera se transformó mediante la eliminación del dióxido de carbono y la adición de oxígeno. Esas formas de vida estaban fijadas por su herencia a hábitats y necesidades específicas, por lo que cuando las condiciones ambientales cambiaron, fueron desplazadas por otras más adecuadas al nuevo estado. Más del 99.99 por ciento de todas las especies que han existido alguna vez se han extinguido, y así es como la vida ha persistido.

El registro fósil indica que han ocurrido cinco episodios de extinción masiva, definidos por la desaparición de más del 75 por ciento de todas las especies en períodos de 2.8 millones de años, un simple parpadeo en el tiempo evolutivo. En las cinco grandes extinciones, del 75 al 90 por ciento de las plantas y animales terrestres y marinos desaparecieron.

A pesar de estas enormes perturbaciones, la vida se recuperó en diversidad y abundancia, aunque radicalmente diferente en su composición. En la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno hace 66 millones de años, cuando los dinosaurios desaparecieron después de gobernar el planeta durante 180 millones de años, los mamíferos se aprovecharon y prosperaron.

En promedio, la vida útil de una especie de invertebrado es de unos 11 millones de años, y una especie de mamífero dura entre uno y dos millones de años. Después de una extinción masiva, los ecosistemas se recuperan después de dos millones de años, mientras que la biosfera tarda unos 10 millones de años en volver a florecer completamente otra vez. Estos números y marcos de tiempo se infieren del registro fósil y la geología, y pueden proporcionar un marco dentro del cual evaluar la época actual, a menudo llamada Antropoceno.

El crecimiento explosivo del número de humanos, la innovación tecnológica y las demandas de la economía global han amplificado tanto la huella ecológica de nuestra especie que hemos desencadenado otro episodio de extinción masiva. A diferencia de las cinco anteriores, esta sexta extinción es la consecuencia directa de una especie, nosotros, una especie infantil que solo ha existido desde hace 300,000 años.

Aunque tengo fe en que la naturaleza continuará a pesar de todo lo que hemos hecho, ya sea que estemos presentes o no, la biosfera tardará millones de años en equilibrarse nuevamente con otra variedad de biodiversidad inimaginable y maravillosa.

Es como si hubiéramos acelerado el tiempo. Muchas especies de plantas y animales que nos importan estaban destinadas a estar aquí durante unos pocos millones de años como máximo, pero ahora están desapareciendo a un ritmo inimaginable, a menudo durante nuestra vida. Somos la primera especie en haber causado una extinción rápida y en ser conscientes de lo que estamos haciendo. Nos hemos extendido por todo el planeta y nos hemos convertido en una fuerza geológica, remodelando la tierra y el agua de acuerdo con nuestras demandas.

Pero al ser el principal depredador planetario, somos una de las especies más vulnerables a la extinción, tanto de otras especies como de la nuestra. Si las plantas y los animales de los que dependemos para la alimentación y demás se extinguen, estamos en peligro.

Tenemos la inteligencia para reconocer la crisis y resolverla retrocediendo, cesando las actividades que contribuyen a las extinciones y vivificando la naturaleza. La naturaleza siempre tiene el último turno al bate y gana. Eso es porque establece las reglas. Y la naturaleza tiene un as bajo la manga: el tiempo, todo el tiempo del mundo hasta que el sol se apague y ya no exista.

Nos hemos convertido en la especie impaciente, demasiado ocupados para dejar que la naturaleza se reponga y demasiado inflados con nuestro propio sentido de importancia para reconocer nuestra total dependencia de su generosidad. En cambio, les robamos a nuestros hijos y a las generaciones futuras al extinguir tantas especies que también podrían haber estado aquí para ellos.

Tenemos muchas razones para cambiar nuestras acciones destructivas, para mostrar un mayor respeto por la naturaleza. Sobre todo, tenemos que pensar en el mundo que le estamos dejando a nuestros hijos y nietos y a los que están por nacer. Debemos hacerlo por amor.

Título original WE HAVE TO STOP SQUANDERING OUR BRIEF TIME ON EARTH, traducido por Isaías Medina.

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