Por Fernando Peinado
La Nación, Argentina.
Aunque el autor se refiere específicamente a Buenos Aires, Argentina, el mal está tan difundido que el enfoque general del artículo puede aplicarse a una variedad de lugares.
Lo llaman "el mal de la juventud actual". Al salir de un boliche o de un recital, muchos se quejan de un zumbido agudo en los oídos. Esa sensación, llamada acúfeno por los expertos, suele desaparecer a las pocas horas, pero, en ocasiones, persiste durante días.
"Estamos ante un claro síntoma de daño en el oído interno, que puede llegar a ser irreversible", advierte el otorrinolaringólogo Hernán Chimski, del Hospital de Clínicas.
La pérdida de audición se extiende entre los argentinos y el ocio ruidoso es uno de los principales culpables, dicen los especialistas.
La ley que rige en la ciudad de Buenos Aires, donde se concentra la mayoría de las discos, no impone límites al nivel de ruido dentro de establecimientos de espectáculos públicos, de locales bailables y de actividades recreativas. Sólo los obliga, en caso de que superen los 80 decibeles, a colocar en un lugar visible el aviso: "Los niveles sonoros en este lugar pueden provocarle lesiones permanentes en el oído". La norma, sin embargo, es sistemáticamente incumplida. La Agencia de Protección Ambiental porteña reconoce que hasta hoy no ha controlado la colocación de los avisos de advertencia, a pesar de que es obligatorio desde mayo del año pasado, cuando se reglamentó la 1540, llamada ley del ruido.
Juan Carlos Piñer, encargado de la Dirección de Control de la Calidad Ambiental, alega recursos limitados. "Por esa razón, nuestra prioridad es atender las denuncias de los vecinos que viven cerca de estos locales ruidosos, ya que su perjuicio es involuntario", admitió.
Precisamente, la ley 1540 establece topes para el nivel de ruido que pueden emitir las discos fuera de los locales. En la puerta del establecimiento, varía entre los 50 y los 60 dB, según el tipo de zonificación del sector donde funciona. En tanto, el ruido emitido por los boliches debe mantenerse entre 40 y 60 decibeles si se lo mide dentro de la casa de un vecino.
Pero eso no es todo: quienes más riesgo corren de padecer secuelas de estos niveles agudos de ruido son los más chicos, que suelen ser llevados por sus padres a locales donde los juegos electrónicos emiten decibeles muy superiores a los que sus oídos sensibles pueden soportar.
Fuera de la ley
Durante una recorrida por discotecas de la calle Niceto Vega y sus alrededores, LA NACION pudo comprobar cómo prácticamente ninguno exhibe de manera visible el cartel dispuesto por ley, y aquellos que cumplen, como es el caso del Niceto Club, al 5510 de esa calle, sólo lo hacen parcialmente, ya que no respetan ni las dimensiones ni el color ni el mensaje de texto.
Las multas por quebrantar la ley del ruido oscilan entre 2000 y 30.000 pesos para los locales bailables, según el artículo 42. Cuando no se facilite el acceso a los agentes de la autoridad para realizar los controles pertinentes, se prevé un castigo de entre 6000 y 15.000 pesos.
"Se trata de un aviso similar al que figura en otros productos perniciosos, como el tabaco, que serviría para crear conciencia, ya que, mientras no moleste a los vecinos, dentro del local la música puede subirse al máximo", explica la presidenta de la asociación civil Oír Mejor, Silvia Cabeza.
Los niveles sonoros de las discotecas porteñas superan los 120 decibeles en la mayoría de los casos, según ha verificado Oír Mejor por medio de mediciones con sonómetros de alta precisión.
"Cada vez atiendo a más pacientes con zumbidos intensos después de asistir a un recital o a una discoteca. Algunos pasaron la noche al lado del parlante y acuden a mí preocupados porque, después de días, la molestia sigue ahí", afirma Chimski. Los médicos denominan acúfeno a esta dolencia, y se suele percibir más por la noche porque hay más silencio en el ambiente.
Con este panorama, los jóvenes se las deben ingeniar para evitar quedar sordos sin dejar de divertirse con amigos. Analía Anchel, de 24 años, debió visitar al médico con un acúfeno muy intenso que le duró varios días, después de haber asistido a un boliche bonaerense. "Ahora evito la cercanía de los parlantes, en especial cuando están a ras del suelo, muy cerca de los oídos. En verano, intento ir a discotecas al aire libre, donde el sonido se dispersa más".
Entre los ruidos que superan los 110 decibeles, por ejemplo, se encuentran los que producen el bocinazo de un automóvil a un metro de distancia, la sirena de una ambulancia, un concierto de rock, una motocicleta con escape libre, un trueno a 600 metros a la redonda, los parlante trasero de un vehículo y un jet antes de despegar.
Los otorrinolaringólogos recomiendan proteger los oídos con algodones. "Son menos herméticos que, por ejemplo, unos tapones de silicona", dice Chimski. "Influye mucho el tiempo de exposición. No es lo mismo escuchar música durante una hora que durante ocho", añade.
"No hay estudios en la Argentina, pero, a escala mundial, la American Tinnitus Association (ATA) calcula que entre el 15 y el 18 por ciento de la población sufre de acúfeno", según el especialista Darío Roitman, quien agrega que, dentro de poco tiempo, el número de afectados irá creciendo en forma alarmante si la tendencia continúa. "En sólo tres años, he recibido un 20% más de pacientes con acúfeno", cuenta.
Europa lleva años de ventaja a la Argentina en la lucha contra el ruido, según Cabeza.
"Allí se han dado cuenta de que combatir la contaminación acústica es conveniente, incluso desde un punto de vista estrictamente económico, ya que descienden los gastos de la sanidad pública", explica.
Roitman detalla una medida que evitaría muchas lesiones: "En Europa se controla el ruido también en el interior de las discotecas. Sólo se puede superar cierto nivel de decibeles durante un tiempo limitado".
Colectivos
Según estudios realizados en la ciudad por el Departamento de Acústica y Electroacústica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que dan cuenta de que la Capital es una de las ciudades más ruidosas de América del Sur, el parque automotor es uno de los máximos responsables de esta situación. En los últimos 30 años, se triplicó el nivel de ruidos en la ciudad. Y son los colectivos los mayores contaminantes.
Efectos nocivos para la salud
• La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que exposiciones prolongadas a niveles superiores a 75 decibeles (dB) o bien a sonidos de corta duración, pero de más de 110 dB, pueden causar una sordera permanente. Y establece cómo afecta esa progresión ruidosa en la salud.
• Ya, a partir de 30 dB, aparecen dificultades para dormir.
• Con 40 dB se dificulta la comunicación verbal.
• 45 dB pueden interrumpir el sueño.
• 50 dB, malestar diurno fuerte.
• 65 dB, comunicación verbal extremadamente difícil.
• 75 dB, pérdida de la audición en el largo plazo.
• 110-140 dB, pérdida de la audición en el corto plazo.
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domingo, 14 de febrero de 2010
martes, 2 de febrero de 2010
La superconductividad
Por Isaías Ferreira
Los metales son buenos conductores de la electricidad; o sea, ofrecen poca resistencia a la misma. Ahora bien, el paso de la electricidad a través de los conductores genera calor lo cual se traduce en pérdida de energía, situación indeseable la mayoría de veces. Se calcula que un 10% de la energía generada por una planta se pierde en las líneas de transmisión. He ahí una situación que podría aliviarse con el uso de superconductores.
El fenómeno de la superconductividad fue observado por primera vez en 1911 por el físico danés H. K. Onnes en experimento hecho con Mercurio a 4 grados Kelvin (452 grados Fahrenheit bajo cero).
Los superconductores son materiales, elementos o aleaciones que pierden toda resistencia a temperaturas extremadamente bajas. Estas temperaturas, llamadas temperaturas críticas (Tc) —progresivamente más altas para los diferentes materiales que se van descubriendo—, pueden ser obtenidas por medio de refrigeración con Helio o Nitrógeno en estado líquido. Estamos hablando de temperaturas en la vecindad del cero absoluto; o sea, 0 grados Kelvin (K), (460 grados Farenheit (F) ó 273 grados Celsius (ºC) bajo cero). El Nitrógeno líquido tiene una temperatura de 77 K (321 F ó 196 ºC bajo cero). Se ha logrado producir materiales que alcanzan superconductividad a temperaturas tan altas como 133 ºC bajo cero. Con esos requerimientos de temperaturas tan bajas es económicamente prohibitivo e impráctico tomar ventaja en gran escala de todos los beneficios de la superconductividad, pero la actividad en ese campo es grande y los resultados promisorios.
Debido a que estos materiales pierden toda resistencia cuando alcanzan superconductividad, una vez una corriente eléctrica se pone en movimiento, como no hay pérdida de energía, pueden conducir por largo tiempo, que es lo mismo que decir almacenan energía. Otra característica de los superconductores es que repelen los campos magnéticos, por lo que un imán que se coloque encima de un
Los metales son buenos conductores de la electricidad; o sea, ofrecen poca resistencia a la misma. Ahora bien, el paso de la electricidad a través de los conductores genera calor lo cual se traduce en pérdida de energía, situación indeseable la mayoría de veces. Se calcula que un 10% de la energía generada por una planta se pierde en las líneas de transmisión. He ahí una situación que podría aliviarse con el uso de superconductores.
El fenómeno de la superconductividad fue observado por primera vez en 1911 por el físico danés H. K. Onnes en experimento hecho con Mercurio a 4 grados Kelvin (452 grados Fahrenheit bajo cero).
Los superconductores son materiales, elementos o aleaciones que pierden toda resistencia a temperaturas extremadamente bajas. Estas temperaturas, llamadas temperaturas críticas (Tc) —progresivamente más altas para los diferentes materiales que se van descubriendo—, pueden ser obtenidas por medio de refrigeración con Helio o Nitrógeno en estado líquido. Estamos hablando de temperaturas en la vecindad del cero absoluto; o sea, 0 grados Kelvin (K), (460 grados Farenheit (F) ó 273 grados Celsius (ºC) bajo cero). El Nitrógeno líquido tiene una temperatura de 77 K (321 F ó 196 ºC bajo cero). Se ha logrado producir materiales que alcanzan superconductividad a temperaturas tan altas como 133 ºC bajo cero. Con esos requerimientos de temperaturas tan bajas es económicamente prohibitivo e impráctico tomar ventaja en gran escala de todos los beneficios de la superconductividad, pero la actividad en ese campo es grande y los resultados promisorios.
Debido a que estos materiales pierden toda resistencia cuando alcanzan superconductividad, una vez una corriente eléctrica se pone en movimiento, como no hay pérdida de energía, pueden conducir por largo tiempo, que es lo mismo que decir almacenan energía. Otra característica de los superconductores es que repelen los campos magnéticos, por lo que un imán que se coloque encima de un
superconductor levita o flota en el aire. (Haga clic Aquí para una demostración de la levitación magnética). Este fenómeno, conocido como el Efecto Meissner, en honor a su descubridor, Walter Meissner, ha sido utilizado en la construcción de trenes. En Japón, uno de esos trenes experimentales, que por flotar en el aire encuentra cero resistencia en forma de fricción, ha llegado a alcanzar velocidades de más de 300 millas por hora.
Entre los usos de los superconductores están los cables de transmisión de alto voltaje, generadores de electricidad, almacenamiento de energía, las máquinas de imagen por resonancia magnética (MRI), “chips” de computadoras ultra-rápidos, memorias digitales de alta velocidad y capacidad, antenas inalámbricas de transmisión miniaturizadas, sistemas para detectar submarinos y minas submarinas y los trenes de levitación por magnetismo.
Imagine materiales superconductores a temperaturas ambientales (25 ºC ó 72 F)... aunque es elusivo, no faltan los reclamos periódicos de que se ha logrado. Otro campo promisorio del que hablaré en el futuro y que también recibe su cuota de falsos reclamos periódicamente es el de la Fusión Nuclear en estado ambiental. Para más información sobre la superconductividad, visite Superconductors
HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE LA SUPERCONDUCTIVIDAD
CÓMO FUNCIONA UN TREN CON LEVITACIÓN MAGNETICA.AVI
Entre los usos de los superconductores están los cables de transmisión de alto voltaje, generadores de electricidad, almacenamiento de energía, las máquinas de imagen por resonancia magnética (MRI), “chips” de computadoras ultra-rápidos, memorias digitales de alta velocidad y capacidad, antenas inalámbricas de transmisión miniaturizadas, sistemas para detectar submarinos y minas submarinas y los trenes de levitación por magnetismo.
Imagine materiales superconductores a temperaturas ambientales (25 ºC ó 72 F)... aunque es elusivo, no faltan los reclamos periódicos de que se ha logrado. Otro campo promisorio del que hablaré en el futuro y que también recibe su cuota de falsos reclamos periódicamente es el de la Fusión Nuclear en estado ambiental. Para más información sobre la superconductividad, visite Superconductors
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